EL EROS BIBLICO Y EL ARTE II

Los reyes de Israel fueron grandes héroes que, como el dios griego Zeus, dejaban desatadas sus pasiones con toda clase de historias adúlteras. La Biblia recoge el relato de Betsabé, hermosa esposa de Urías, de la cual queda el rey David tan enamorado que no sólo comete adulterio sino que asesina a Urías también en un intento desesperado por poseer totalmente a Betsabé.

 
Dos obras del italiano Guercino (1591-1666)  Amnón y Tamar. José y la mujer de Putifar

Mucho antes, se cuenta en el Génesis además, la historia de Judá -hijo de Jacob-. Éste tuvo tres hijos, Er, Onán y Selat. El primero se casó con la bella Tamar, falleciendo aquél antes de tener su primer hijo. Según la tradición judía la mujer del hijo fallecido debía casarse con el hermano para continuar el frustrado destino familiar emprendido. Pero Onán, conocedor de la ley que le impedía reconocer los hijos que tuviese con Tamar como suyos, se negó a yacer con ella. De ahí proviene el onanismo o la práctica de eyacular solo, o sin sentido. Así que como el otro hijo aún era pequeño Tamar tomó la decisión de seducir a su suegro sin que éste lo supiese, pasándose por una concubina, y, por fín, conseguir de este modo quedarse embarazada otra vez, además, de ese linaje.
Otra Tamar de la Biblia fue la hermosa y bella hija del rey David y Maacá. Su hermanastro Amnón, el hijo que David tuvo con su otra esposa Ahinoam,  no pudo evitar la pasión que sentía por su hermanastra Tamar. Así que, ya que no pudo poseerla, la forzó atrayéndola a sus habitaciones donde acabó violándola. La leyenda de José, hijo también de Jacob, nos trae otra historia de pasión incontenida. Cuando José es secuestrado por sus hermanos y desterrado a Egipto consigue, gracias a sus habilidades adivinatorias y buen juicio, trabajar para Putifar, un alto funcionario de la corte. Pero, la esposa de éste siente por José un deseo irresistible que le lleva a obligarlo a estar con ella. Aquí, la determinación de José le supone la cárcel, sin embargo su providencialismo le ayudará a salir, incluso resarcido. Y así continúa el bíblico relato hasta llegar cerca del nacimiento de Jesús, cuando Herodes Antipas (20 a.C- 41 d.C.), el tetrarca de Galilea, siente una cruel y despiada atracción por la hija de su mujer Herodías, Salomé.


El Eros bíblico y el Arte, o la sutil y bella forma de sublimar el deseo.  Cuadro del pintor prerrafaelita John Collier (1850-1934), Lilith

Sólo ya quedan Adán y Eva, los únicos que fueron manipulados en su deseo; probablemente no querían sufrirlo, y aun si se deseaban con pasión, estaban llevando a cabo tan sólo el designio de su especie. Pero, algo les trastornó, algo ajeno a ambos les hizo traicionar su destino placentero, natural y sosegado. Sólo ellos son los que tuvieron que pagar por algo que no surgió de su propia determinación. La simbología imaginaria los representa con la reptil sierpe que los maneja; aunque también Lilith, según otras versiones, fue la culpable de que la pareja estable, tranquila, satisfecha y compenetrada fuese al fin desterrada, marginada, ultrajada, condenada y despojada del paraíso en el que vivían. Pero, en verdad ¿sólo fue así, o quizá alguno verdaderamente lo quiso?  

   El Eros bíblico y el Arte, o la sutil y bella forma de sublimar el deseo.   El Eros bíblico y el Arte, o la sutil y bella forma de sublimar el deseo.
 Cuadro del pintor francés Vernet (1789-1863) Tamar y Judá; Cuadro del pintor Franz von Stuck, Salomé.
 

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