MUER, ARTE Y SENSUALIDAD

El cuerpo humano es una verdadera maravilla. Todos lo son, tanto si somos altos, bajos, flacos, gordos, jóvenes o viejos, todo cuerpo humano tiene sus encantos, (aunque a veces cueste encontrarlos).
En el mundo clásico (Grecia y Roma), existía un culto al cuerpo y nadie consideraba que un desnudo pudiera resultar motivo de vergüenza, escándalo o pecado. Existen en esas épocas gran cantidad de esculturas y pinturas de desnudos tanto masculinos como femeninos. Generalmente buscaban la belleza idealizada pero no escasean ejemplos de cuerpos con defectos, deformidades y desproporciones.
Con la llegada del cristianismo se produjo un cambio drástico con respecto a esta concepción del cuerpo y la mentalidad de los primeros cristianos consistió en rechazar frontalmente el desnudo al considerarlo como fuente de pecado, algo sucio e impuro, y todavía hoy, la iglesia manifiesta una auténtica obsesión represiva para con el cuerpo humano y el sexo. En esta línea se enmarca la censura del baño y la higiene personal, las fuertes restricciones sobre las relaciones sexuales incluso dentro del matrimonio y la convicción de que el sexo sólo tiene sentido con fines reproductivos.
Pues bien, los artistas son seres de otro mundo y es difícil poner coto a su imaginación y creatividad. Además, a partir del Renacimiento (siglo XV) con la admiración por el mundo clásico, vuelven los desnudos, aunque siempre motivados (una antigua diosa, una mujer a la que se le cae la toga inadvertidamente..). Nunca se pintaba un desnudo sin excusa, y el primero que lo hizo, Goya, tuvo que vérselas con la inquisición.
Hoy proponemos un recorrido estético por anatomías femeninas de distintas épocas para que te des cuenta de que el ideal de belleza cambia con el tiempo, y lo que hoy nos parece bello, a lo mejor mañana ya no lo es.
La contemplación de un cuerpo desnudo es indudablemente un placer estético y no tiene porqué verse como algo malintencionado; la única mala intención estará en la mente de quien lo contempla con segundas intenciones.
Otro aspecto a considerar es el estilo y la clase del/de la modelo que posa. La postura, los gestos, la iluminación, el entorno y el colorido de las ropas pueden acrecentar la belleza o fastidiarla. Una persona debe saber explotar al máximo sus encantos y disimular sus imperfecciones; saber mirar, gesticular con clase, vestir con elegancia, no fumar, ser educados y respetuosos con los demás son aspectos que tenemos que potenciar para resultar interesantes y atractivos.