A simple vista, lo que más llama la atención de sus
impresionantes pinturas son esa cantidad de cuerpos esculturales, Adonis
y Afroditas contemporáneas que vagan por estancias de nuestra
imaginación más recóndita y en cuyas caras, gestos y posturas podemos
reconocernos a nosotros mismos. Precisamente los detalles son el
diccionario de bolsillo al que debemos recurrir para encontrar algo de
mundano y real. Reconocido como uno de los pintores eróticos más
importantes del mundo, Terry Rodgers (EE.UU.) dice necesitar grandes
lienzos para acercarse mejor a la complejidad del mundo que nos rodea.
Un escenario en el que, como en sus pinturas y respuestas, confluyen las
grandes interrogantes del hombre.
Como un caleidoscopio del sueño occidental, así describes tus
pinturas. ¿Es válido para ambas orillas del Atlántico o crees que hay
elementos diferenciadores entre América y Europa? Estoy seguro
de que puede valer para ambos lados del Atlántico, el mar de Japón e
incluso hasta el estrecho de Ormuz. Todos tenemos sueños que son
resultado de una confusa combinación a partir de lo que nos dictan los
grandes medios y fuentes. Estoy seguro de que hay bastantes diferencias,
pero no estoy familiarizado con esos pequeños matices.
¿La distinción entre mito y realidad es algo que te preocupa
desde el momento de la concepción de la obra o es algo que
inevitablemente forma parte del juego artístico? El mito y la
propia matriz de la realidad están presentes todo el tiempo. Los coches
en la calle, la inflexión de la voces que me rodean o las caras que
estoy diseñando… Todo está rebosante de dualidad. Son inseparables, como
las dos caras de una moneda de tres lados. En ese sentido, cuando estoy
realizando mi trabajo me siento menos consciente de ese juego que de la
integridad que lo define.