EROS EN LA CERAMICA GRIEGA

Me parece igual a los dioses el hombre aquel que frente a ti de sienta, y a tu lado absorto escucha mientras dulcemente hablas y encantadora sonríes. Lo que a mí en el pecho me arrebata; apenas te miro y entonces no puedo decir ya palabra. Al punto se me espesa la lengua y de pronto un sutil fuego me corre bajo la piel, por mis ojos nada veo, los oídos me zumban, me invade un frío sudor y toda entera me estremezco, más que la hierba pálida estoy, y apenas distante de la muerte me siento, infeliz.
Safo
Por lo que sé, no hay mayor bendición para un hombre joven que está empezando a vivir que un amante virtuoso, o para un amante que un joven amado. Por principio, digo que ningún lazo, honor, riqueza ni ninguna otra cosa es digno de implantarse como el amor. ¿De qué estoy hablando? Del sentido del honor y del deshonor, sin el cual ningún estado o individuo podría haber hecho alguna labor buena o grande... Y si pudiera inventarse algo para que un estado o un ejército se compusiera de los amantes y sus amados, serían los mejores gobernantes de sus ciudades, corrigiéndose sus defectos y emulando sus virtudes, y es una exageración pequeña decir que si lucharan los unos junto a los otros, aunque fuera solo con las manos, conseguirían conquistar el mundo.

Platón, El Banquete

 
  Erástes y Erómenos con un regalo

Pago de favores. Prostitución masculina.
Escena de gimnasio

 Orgía

No hay comentarios:

Publicar un comentario