EL ORIGEN DEL MUNDO

A SUSAN ANN

El origen del mundo (L'origine du monde) es un cuadro realizado por Gustave Courbet en 1866. Es una pintura al óleo sobre lienzo, de unos 55 cm por 46 cm, que representa en primer plano un pubis femenino, el de un tronco de mujer desnudo, reclinado sobre las sábanas de un lecho y que tiene las piernas separadas. La escala, el encuadre y el punto de vista elegidos por el artista supusieron una radical novedad respecto de toda la tradición pictórica anterior, produciendo en el espectador una fuerte impresión de sensualidad y erotismo.



Tras más de un siglo de vida vergonzante, L'origine du monde goza por fin del puesto que merece. Pero incluso bien avanzado el siglo XX seguía resultando amenazante; puede que las circunstancias de su concepción inicial, como destinado a una contemplación privada, le sean consustanciales.
Los comisarios de una gran exposición retrospectiva de Courbet realizada en París en 1977 no se atrevieron a exponerlo, a pesar de estar disponible. Sí se incluyó, en cambio, en otra similar celebrada en Nueva York en 1988. Y cuando empezó a mostrarse en el Museo de Orsay se colocó inicialmente una vigilancia especial en la sala, por temor a las reacciones del público. Todavía hoy causa asombro e incredulidad a los no iniciados.
En la segunda mitad del siglo XIX Ingres ya era una persona muy mayor, perfectamente integrada en el sistema, siendo presidente de la Academia Francesa y ocupando cargos públicos. También era el jefe de la escuela clásica de pintura, caracterizada por su idealización de las formas.  Manet y Courbet en cambio representaban la rebeldía juvenil contra ese alejamiento de la realidad y se consideraban más cercanos al pueblo. Ambos escandalizaron a sus contemporáneos con sus desnudos, el primero con su Olimpia y el segundo con El sueño y otras obras sensuales, que sin embargo hoy resultan bastante académicas también. Courbet era tenido y se tenía a sí mismo por el adalid del realismo.
Y sin embargo lo que llama la atención de L'origine du monde no es su realismo, más bien tenue. Aunque la textura carnal sea perfecta (y era el punto fuerte de la pintura de Courbet), la representación de la vulva (que es el punto focal del cuadro) no es mucho más realista que si se tratase de la clásica hoja de parra. Para convencerse de ello basta compararla con las litografías eróticas que se habían popularizado en Francia cuarenta años antes, como las de Achille Devéria o Nicolas Maurin  que no tienen ninguna pretensión realista. Incluso hay un dibujo en los cuadernos de apuntes póstumos de Ingres (realizados en cambio en su juventud) que representa a una Femme nue allongée sur un lit cuya parte central es casi idéntica a L'origine du monde. Y sin embargo resulta mucho menos chocante y provocador que éste, fundamentalmente porque la mujer está representada de cuerpo entero y la escala es por tanto menor, ofreciendo una perspectiva más habitual. Los espectadores de su tiempo ya lo percibieron así, pues lo que se criticó fundamentalmente del cuadro fue la brutalidad del cercenamiento de piernas, brazos y cabeza (así Du Camp), forzando al espectador a situarse en un punto de vista inédito en la historia de la pintura. No es imposible en cambio que Courbet hubiese recibido alguna inspiración de la naciente técnica fotográfica (que precisamente por ser técnica no se consideraba arte), pues hay fotos y daguerreotipos previos de desnudos de Auguste Belloc y de Alex Gouin  bastante parecidos.

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